Interesarse por la vida diaria de tu pareja es uno de los lenguajes del amor que te propongo utilizar.
Cuando hablo de las relaciones de pareja y de cómo solemos expresar el amor en esta relación, hablo de los lenguajes del amor.
Mediante ellos articulamos la relación de pareja que tenemos en el día a día y esto nos permite prevenir la rutina y saturación relacional.
Los días son más o menos iguales
Si trabajas todos los días, harás más o menos lo mismo y si atiendes la casa, igual.
Por eso da la impresión de que no es necesario preguntar por lo que hizo hoy tu pareja ni tampoco apetece mucho contestar a una pregunta de este tipo.
- ¿Qué has hecho hoy, cariño? - te pregunta tu pareja
- Lo de siempre, es que todos los días pasa lo mismo… - contestas con cierta irritación
Como ya comenté más arriba, esto nos llevará poco a poco a instalarnos en la rutina relacional que lleva sin remedio a la saturación relacional.
Surge cierto cansancio, apatía, desgana, nos apetece algo diferente, estimulante, algo que agite un poco esta inercia diaria.
Así empezamos a comunicarnos cada vez menos con nuestra pareja.
Nos focalizamos más en los problemas y dificultades que tenemos, en las quejas que en las alegrías, proyectos y el sentido de la vida.
¿Cómo salir de esta situación?
Los días pueden ser “iguales”, lo que sentimos no lo es
Al interesarse por la vida diaria de tu pareja hemos de focalizarnos en lo que sentimos a diario.
Cuando me preguntan qué hice hoy, las acciones en sí no tienen mucha relevancia puesto que se deben a cierto trabajo repetitivo.
¿Qué más da si hice esto o lo otro? Son cosas poco relevantes.
Lo que sí cambia es lo que siento haciendo este trabajo repetitivo:
- algunos días estoy más alegre, otros menos
- alguna frase de mi compañero o de mi jefe me puede alterar bastante
- puede pasar algo de risa
- puede ocurrir algo triste o lamentable
- etc.
Eso es lo que constituye el interés y tiene que ver con la vida que vivimos y no la rutina laboral o casera.
Por eso cuando a la pregunta de mi pareja “qué has hecho hoy?” comparto con ella lo que siento, yo mismo salgo fuera de la rutina diaria.
Este compartir con mi pareja me hace sentir más vivo y habla de algo esencial, de algo que me afecta en el alma.
Si mi pareja practica la escucha consciente, se entera de mis sentimientos, me presta atención, crea la sensación de unidad de pareja.
Esto es lo que interesa: enterarnos de cómo nos sentimos puesto que los sentimientos, anhelos, deseos es materia volátil, cambiante.
No obstante, no olvides de respetar el espacio personal de tu pareja: a veces es vital no contar nada y simplemente descansar, sin más.
No atosigues a tu pareja si notas que necesita estar en su espacio.
Mostrar un interés vivo
Otro aspecto de importancia al interesarse por la vida diaria de tu pareja es el grado de interés real que muestras haciendo la pregunta “qué has hecho hoy?” a tu pareja.
Si hago la pregunta y me distraigo con el torrente de los pensamientos que inunda mi conciencia, mi pareja lo sentirá y se dará cuenta de que mi pregunta es formal, que no me interesa esto.
Por eso, además de preguntar, es importante focalizar mi atención y escuchar CON INTERÉS lo que me dice mi pareja.
Una vez más, no se trata de contar las batallitas, estas no representan ningún interés.
Cuenta lo que sientes, piensas, deseas o no, buscas o evitas, en otras palabras habla de ti.
Mientras un@ habla otr@ escucha, escucha con atención viva y verdadera.
Compartir lo que sentimos es ayudar a conocernos mejor
El conocimiento del otro, además de nuestra sombra, se oculta en sus sentimientos, pensamientos, anhelos y deseos que alberga dentro de su ser.
Cuando accedemos a este contenido del alma, empezamos a comprender mejor a otra persona.
Y si lo compartimos con otra persona, con nuestra pareja en este caso, ella empieza a conocernos mejor también y, lo que importa mucho, accede a la comprensión de mi mundo interior.
Creo necesario animarte a no cometer el siguiente error
Tu vida no contiene únicamente problemas
No te limites de contar tus interminables problemas, esos “dramas” de magnitud del Universo.
Todos tus problemas no valen nada.
Vuelvo a repetirlo: todos tus problemas por muy graves, duros, difíciles, horribles o terribles que sean son polvo, polvo de estrellas.
Es como intentar firmar el contrato con la muerte y ser fiel al compromiso adquirido hasta el final.
¿Para eso has venido a este mundo? ¿En serio?
Firma el contrato con la vida.
Vive, descubre, aprende, disfruta, crea, aporta, reparte y comparte algo bueno, vibrante, ilusionante en el buen sentido de la palabra.
¿Qué pasa con tus sueños, anhelos, proyectos y deseos?
¿Eres capaz verlos a diario o te quedas atrapad@ en el sótano maloliente de tus “terribles” problemas?
Pues eso, cuando compartas con tu pareja tus sentires diarios, dale más valor a lo constructivo, a lo que construyes antes que a lo destructivo, no te entretengas con lo que una vez tras otra intentas destruir, en primer lugar en ti mism@.
Esto no quiere decir que no hay que mencionar los problemas que tienes.
Lo que te quiero decir es que les des su justo lugar y su justa medida.
Cualquier problema que tienes no es nada comparado con tu propia muerte. Esa es la escala verdadera de las cosas.
Utiliza esta escala y mantén tu atención enfocada a la vida que es maravillosa a pesar de su verdadero dramatismo.
Aprovecha esa paradoja de la vida: en el dramatismo real de la vida aprendemos el amor y del amor y no en las fantasías bobas y ñoñas del romanticismo infantil creado para el consumo de los que dicen ser adultos.
Orquesta de Cateura
Prácticamente de cualquier situación dura, difícil, trágica podemos extraer algo positivo que hace que merezca la alegría vivir.
Es tan sólo una minúscula muestra de una cantera enorme de casos de actitudes edificantes en medio de un desastre aparentemente sin salida.
De lo contrario la vida sólo valdrá la pena, valdrá la pena, pena.
Haz que la vida valga la alegría. Puedes hacerlo, seguro.
Es que no tengo nada que contar sobre mi día a día…
Esta es una de las objeciones que se puede oír.
Si realmente no tienes nada que contar sobre tu día a día es el momento para hacerte la pregunta:
¿qué narices haces en esta vida?
Y es el momento para que reflexiones en ello.
En el peor de los casos puedes contar la vida del robot que hace cosas (va al trabajo, recoge la casa, hace la comida, la compra, come y duerme, etc.) porque es un robot.
Ese robot eres tu. Espero que no, vamos...
Prueba contar la vida del robot y verás cosas muy interesantes, te lo aseguro.
Lo único que te pido es que seas sincer@ contigo mism@ en este cuento.
Resumiendo
Interesarse por la vida diaria de tu pareja, de tu ser amado es uno de los lenguajes del amor.
En el día a día los acontecimientos se despliegan dentro de un marco rutinario, no hay mucha variación, sin muchas novedades.
Las batallitas diarias no son interesantes no tienen ningún valor.
Lo que sí tiene valor son nuestros sentimientos que experimentamos a diario.
Donde tenemos cambios a diario es en nuestros sentimientos.
Comparte tus sentimientos con tu pareja, eso es lo que sí tiene valor.
Muéstrale tu interés vivo por lo que siente tu pareja en el día a día.
Escúchala con atención, trata de ser empátic@.
Compartir nuestros sentimientos ayuda a nuestra pareja a entendernos mejor y viceversa.
No olvides que tu vida no contiene únicamente los problemas.
Puedes comentarlos, por supuesto, pero dándoles su justa medida: son minúsculos comparados con tu propia muerte.
Préstale más atención a la vida, a tus anhelos, deseos,
a tus planes y proyectos, comparte eso con tu pareja y, sobre todo, interésate por el día a día de tu pareja.
En los comentarios de abajo comparte tus experiencias, opiniones e ideas, pregunta y plantea temas.
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